domingo, 26 de junio de 2011

LA ONU ADVIERTE SOBRE LA VULNERABILIDAD DE LA TIERRA ANTE DESTRUCTIVAS TORMENTAS SOLARES QUE SE PREVEEN

La ONU pide mejorar los sistemas de vigilancia y alerta de estos fenómenos, que crecerán en los próximos años y pueden ser destructivos.
El Sol está aumentando su actividad. Se calcula que para 2013 alcanzará su nivel máximo. Este fenómeno podría causar grandes pérdidas económicas pero, lo que es más preocupante, también provocaría importantes contratiempos entre la población. Sin embargo, la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro planeta continuamos viviendo ajenos a este tipo de circunstancias.
La llamada de atención, ahora, proviene de la ONU. El organismo mundial plantea, ante lo que considera una peligrosa amenaza, la exigencia del establecimiento de un servicio mundial de predicción de tormentas solares.
 
Para hablar de esa posible amenaza solar tendríamos que conocer algo que sucede cada once años. Cada uno de esos períodos es conocido como "un ciclo de actividad solar". Ahora entramos en el número 24 de estos ciclos. Esto no quiere decir que solamente haya habido ese número de períodos sino que, simplemente, antes no se computaban. Este ciclo que nos espera tendrá su máxima intensidad en los años 2011 y 2012. Muchos han querido ver en esta situación la coincidencia con la profecía maya.
Entre mayo y septiembre de 2012 entraremos en intensa actividad solar. Durante los últimos años el sol ha permanecido quieto, parado. Durante el 2009 y parte de 2008 no han habido manchas solares, algo común al final de un ciclo pero no durante tanto tiempo.
Para los años 2011 y 2012 ya preveía la NASA el comienzo de un tiempo de máxima actividad. Se producirían más manchas solares y estas están relacionadas con las llamadas "Fulguraciones solares", más técnicamente denominado "Eyecciones de masa coronal". Se trata de un fenómeno muy violento en el que se produce una expulsión de un "pequeño" trozo del Sol y entrecomillo pequeño porque, con relación a las dimensiones que tiene este astro (el 99,8 % de toda la materia del sistema solar), un pequeño fragmento de su cuerpo equivale a millones y millones de toneladas de materia que son despedidas en erupciones muy violentas. Cuando esto sucede, el Sol proyecta parte de sí mismo al espacio en forma de una nube masiva de protones y electrones. Una radiación que inunda el espacio y, con él, La Tierra.
El "Viento Solar" que estamos constantemente recibiendo en forma de partículas elementales es algo muy conocido. Pero, cuando estamos en el punto máximo de intensidad, la cantidad de materia y de radiación que llega hasta nosotros es espectacularmente grande.
Para protegerse de estos ataques la Tierra dispone de un escudo natural en forma de campo magnético que absorbe estos violentos vientos solares. Este escudo es el conocido como Cinturón de Van Allen. Para realizar esta función amortiguadora el cinturón se aplasta por decirlo de alguna forma gráfica. La materia que deforma el campo magnético se desplaza entonces a los polos produciendo el bello fenómeno que se conoce como Auroras Boreales.
La mayor eyección de masa coronal se produjo en 1859 fue de tal magnitud que aplastó los 60.000 kilómetros que tiene de grosor el campo magnético hasta los 7.000 kilómetros.
Este impacto, este aplastamiento del cinturón de Van Allen provoca, en el lado contrario de la Tierra, que el campo magnético, el cinturón, se estire y, en algo parecido a una goma elástica o un efecto rebote, el escudo recogiéndose vuelva a su estado natural.
Esto provoca una gran descarga eléctrica. En 1859 hizo que las auroras boreales se observaran en los trópicos. En España también fueron divisadas.
Pero lo peor vino con la energía de más con la que se sobrecargó la Tierra. Este efecto hizo que las redes eléctricas, literalmente, se fundieran. Del mismo modo las instalaciones telegráficas de Europa y América del Norte dejaron de funcionar.
La fulguración fue tan grande que durante unos instantes eclipsó la propia luz del sol.
Al fenómeno de 1859 se le conoce como el Evento Carrinton en honor al astrónomo que lo estudió. Los efectos de este suceso en aquellos tiempos en que la electricidad estaba en sus inicios fueron muy limitados pero la gran pregunta es si los temores de los científicos de la NASA se confirmaran para el 2012 ¿qué nos podría pasar en esta era de internet, en la que la electricidad esta presente en casi todo? Si se repitiera hoy el fenómeno de 1859 y atendiendo a los informes difundidos por este equipo de científicos, el panorama sería de un verdadero desastre global.
Baste pensar tan solo que en los primeros 90 segundos del fenómeno, según el cálculo del estudio se fundirían 300 grandes transformadores en Estados Unidos. Eso significa dejar en minuto y medio sin luz a 140 millones de personas.
Pero algo parecido ocurriría con las redes de satélites gps. Esto ya ha pasado de manera parcial con incidentes más livianos. Con un evento Carrinton, en nuestros días, serían imposibles las maniobras aéreas. El último año hubo 8.000 vuelos sobre los polos donde, precisamente, la protección del escudo es muy débil y una llamarada entraría con facilidad. Las aeronaves quedarían, entonces, sin su sistema de alerta internacional, mecanismo este, imprescindible para distribuir los avisos que permitan el reparto de vuelos con tiempo suficiente para evitar incidentes.
Por otra parte, todos los cálculos de precisión para atraques de barcos quedarían anulados; las construcciones mastodónticas donde todo se encaja gracias a estos sistemas gps serían abortadas...
Igualmente las emisión de las estaciones de televisión se verían interrumpidas. En 1994, una tormenta solar provocó el funcionamiento defectuoso de dos satélites de comunicación dejando sin televisión y radio amplias regiones de Canadá.
Aún así el problema nº1 lo seguiría constituyendo el asunto de la energía eléctrica. Porque en 1859 al tener, todavía, poca utilización esta fuente de energía, no afectó mucho a la vida normal de aquella sociedad. Pero en nuestros días serían inimaginables las consecuencias de un incidente así. Según el análisis de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, millones de personas en todo el mundo sucumbirían y no podrían sobrevivir hoy a un Evento Carrinton.
Dicho informe advierte sobre dos problemas, principalmente. Uno el que las modernas redes de electricidad diseñadas para trabajar a voltajes muy elevados y áreas muy geográficas muy extensas, las convierten en muy vulnerables a las tormentas solares. El otro problema marcado por la Academia de Ciencias americana es la interdependencia de estas instalaciones eléctricas y los sistemas básicos para la subsistencia de la población.
La primera consecuencia de este efecto dominó sería la falta de suministro de agua. Sin electricidad las bombas dejarían de impulsar y una vez se consumiera el agua que quedara en las tuberías no habría más. Transportes eléctricos como el tren o el metro dejarían de funcionar. Se cortarían las vías de abastecimiento de alimentos y mercancías a las grandes ciudades. Lo siguiente en escasear sería el agua potable. Los grandes hospitales podrían continuar sus servicios de medicina moderna durante unas 72 horas hasta que sus generadores dejaran de funcionar.
Y continuando con el informe del equipo de investigadores se puede afirmar lejos de mejorar en meses, el problema se podría alargar a años ya que los transformadores eléctricos quemados no podrían arreglarse sino que deberían ser sustituidos por otros nuevos. Las reservas son muy limitadas y el equipo especializado también. Para la instalación y puesta a punto de una unidad, tardaría una semana. Una vez agotadas las escasas existencias habría que fabricar los restantes equipos necesarios y aquí vendrían las desesperantes perspectivas. El actual proceso de fabricación de uno de estos transformadores invierte casi un año...
Uno de los investigadores que ha estudiado este asunto de la tormenta solar de 2012, el físico Paul Kintner, ha estimado, quedándose quizás corto, que los efectos de este fenómeno serían diez veces mayores que los del huracán Katrina.
Y esto no sería limitado a los Estados Unidos, se verían afectados Europa y gran parte de Asia.
Lo peor de todo es que no se puede hacer casi nada. O al menos, y de ahí la denuncia de la Asociación de Ciencias estadounidense, no con los medios que se ponen para evitar la catástrofe en el caso de que se diera.
Si se dispusiera del tiempo suficiente las compañías eléctricas podrían tomar sus precauciones como ajustar voltajes y cargas en las redes o evitar los fallos en cascada.
Por otro lado, podemos asegurar que existe un satélite que provee a la Tierra de las mejores indicaciones acerca de las tormentas solares. Es el ACE, lanzado en 1997. Se necesita un adelanto en la información de la aproximación de un viento solar de un tiempo entre 15 y 45 minutos. En teoría 15 minutos son los que necesita una compañía eléctrica para prepararse ante una de estas situaciones de emergencia. Sin embargo el Evento Carrinton tardó menos de quince minutos en recorrer la distancia desde donde se encuentra el satélite hasta la Tierra. Un problema es que el ACE tiene once años y ha superado ya su tiempo de actividad y a veces su funcionamiento es defectuoso. Una eyección de masa coronal del calibre de la de 1895 saturaría los sensores del ACE. 

La tormenta solar que tanto temen estos científicos podría llegar a la Tierra en la primavera o el otoño de 2012, estaciones en las que el escudo que nos protege es más vulnerable a los bombardeos solares. Al contrario que otras catástrofes naturales esta afectaría mucho más al primer mundo. ¿Llamada de atención para que se pongan los medios para un futuro lejano o verdadero anuncio de una amenaza solar inminente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario