viernes, 29 de junio de 2012

EL ENIGMÁTICO HUEVO DE FAMARA

Aunque parezca que de él puede surgir una cría de ave, se trata de un huevo de unos seis millones de años lleno de arena en su interior. Este fósil es uno de los ocho huevos de ave gigante que se han extraído enteros en los últimos 50 años de los acantilados de Famara, en Lanzarote, y que permanecerá expuesto durante el mes de julio como la pieza del mes en la entrada del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz de Tenerife.
Su cáscara mide 22 centímetros de alto y 15 de ancho, aunque debido a la presión y el peso de los litros de lava que se solidificaron sobre él durante estos años ahora ofrece un aspecto irregular. Apenas tiene unas pocas grietas en su exterior, por lo que casi parece que se haya cogido de cualquier nido de avestruz. Y es que precisamente al huevo fósil se le asocia con la especie de las ratites, unas aves gigantes con alas atrofiadas y por tanto no voladoras, emparentadas con los actuales avestruces y emús, entre otras especies, algunas ya desaparecidas.
La aparición de estos restos se remonta a hace medio siglo, a principios de los años 60, cuando dos geólogos alemanes descubrieron dos huevos gigantes en la base de los Riscos de Famara, a poca distancia del pueblo de Órzola. Los geólogos realizaron entonces una serie de investigaciones microscópicas de la estructura de las cáscaras con las cuáles lograron averiguar que estos embriones pertenecen a una especie extinguida del grupo de las ratites.
Posteriormente, sobre los años 80, Lázaro Sánchez, actual director del Museo de la Naturaleza y el Hombre, y su amigo Francisco García viajaron en varias ocasiones a Famara hasta que tras localizar el lugar del hallazgo hicieron una excavación de la que sacaron otros cuatro huevos completos, uno de ellos el que se expone en el Museo, y encontraron miles de fragmentos. "Costó mucho sacarlos", señala Sánchez. "Sin embargo siguen apareciendo. En octubre del año pasado dos paleontólogos catalanes volvieron a encontrar dos más. Y seguro que hay más en la zona. Podemos estar hablando de decenas", agrega.
El fósil lleva expuesto en el museo desde el mismo año en que el edificio se abrió al público, en 1985. Sin embargo, ahora permanece en un gran expositor en la entrada del edificio donde además de verlo, se puede leer cómo fue descubierto, dónde y los estudios realizados sobre él. "El objetivo de designar una pieza del mes es acercar a los visitantes algunos objetos y especímenes singulares que puedan observarse gratuitamente", explicó Sánchez. "Es una forma de reclamar su atención, ya que lamentablemente en la Isla no hay mucha cultura museística. Cuando termine el mes de exposición, el huevo pasará a mostrarse en el Museo de Historia y Antropología de Tenerife, situado en La Laguna", añadió.
El director del museo chicharrero afirma que, además, en este yacimiento paleontológico se han encontrado los fósiles de conchas pertenecientes a caracoles terrestres, fragmentos de caparazones y huevos de una tortuga terrestre gigante, y vértebras de una serpiente del grupo de las boas.
Sánchez afirma que, a través de los estudios se ha llegado a la conclusión de que hace seis millones de años en este punto de Lanzarote había una playa. Tras una primera erupción volcánica que dejó a las especies bajo la lava, las coladas posteriores se fueron solidificando dejándolos ocultos en los riscos de Famara. La erosión del viento y el agua ha alterado su aspecto dándole la apariencia actual y facilitando la aparición de los restos.
Investigaciones
Lo más interesante es que no se han encontrado huevos idénticos en ningún otro sitio del mundo. "Sí se han encontrado de otras aves gigantes, incluso más antiguas, en Mongolia, la India o África, pero nunca con las características del que tenemos en este Museo", comenta Sánchez.
Lo más inquietante para los investigadores es que hasta ahora no se han encontrado restos óseos de aves gigantes en Lanzarote ni en el resto de las Islas, aunque no se puede descartar que se descubran en el futuro. Las investigaciones que se han realizado hasta el momento apuntan a varias teorías acerca de esta aparición en los riscos de Famara. "Lo más curioso es que si estas aves no vuelan, ¿cómo llegaron a poner los huevos en las Islas?", plantea Sánchez.
Las respuestas son pocas y algunas, según este especialista en botánica, poco creíbles. "Parece improbable que las aves pudieran transportarlos volando o nadando", señala. "La más certera apunta a que los huevos llegaron flotando en el mar tras ser arrastrados por los fuertes vientos y precipitaciones de aquella época. Lo que sí está claro es que son de varios nidos", agrega Sánchez. Sin embargo, como rezan los textos que acompañan al huevo en la muestra del Museo, ninguna explicación parece concluyente: se trata de un enigma sin resolver.

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