lunes, 12 de septiembre de 2011

LOS LAGOS DEL TERROR

Debajo de la mansa superficie de algunos lagos, un monstruo con el poder de exterminar a millones de personas está al acecho; en sus profundidades, el agua esconde un secreto siniestro. Ha matado antes y lo puede volver a hacer. Imagen: Aguas turbias del Lago Nyos tras erupción límnica.
Una madrugada de hace 25 años, en el noroeste de Camerún, unos aldeanos se despertaron y encontraron que muchos de sus familiares y vecinos habían muerto durante la noche.
“Estaba rodeada de gente muerta, adentro de la casa, otros afuera, otros detrás de las casas… y los animales en todas partes: vacas, perros, todo yacía en el suelo y yo estaba tan confundida. Toda la familia. Eramos 56 pero 53 murieron”. Así trató Monica Lom Ngong de describirle a la BBC la tragedia de la que fue testigo en su pueblo en 1986.
El que ella vio no fue el único escenario macabro. Aldeas enteras amanecieron sin vida: cuerpos de animales y personas en el piso. No había señales de pánico. La gente se había muerto mientras dormía o cocinaba.
1.800 personas perecieron, sin obvia explicación.
Lo que pocos sabían era que esa no era la primera vez que algo así sucedía.
Dos años antes, en otro lugar de Camerún…
En las primeras horas de una mañana de 1984, Ahadji Abdou estaba en camino a su granja en Camerún y vio algo que nunca olvidará.
“Pensé que era un accidente de tráfico. Me bajé de mi bicicleta y me quedé paralizado. Había gente muerta en todas partes de la carretera. Algo terrible había sucedido”.
En cuestión de horas, se encontraron 37 cuerpos de personas muertas. Extrañas versiones sobre la causa de sus muertes llegaron a la aldea cercana.
“Oímos que habían sido masacrados. Pero dos tipos vinieron y nos dijeron ‘no sabemos qué es, pero mata gente’. Nos contaron que eran 12 personas en un camión y que 10 murieron. Que ellos iban montados en el techo del camión y que el resto estaban bajo la cubierta. Que el conductor fue el primero en salir para ver si algo le pasaba al motor, y que se desplomó. El resto de los hombres decidieron salirse del vehículo y murieron”, le contó a la BBC Motapon Oumarou.
El pánico cundió.
“Nunca habíamos visto algo así”, le dijo a la BBC el primer doctor que llegó al lugar, Pierre Zambou, del Hospital Foumbot.
Parecía como si fueran víctimas de una enfermedad altamente contagiosa. “No teníamos tapabocas ni guantes. Los metimos en un jeep militar y nos los llevamos”.
La muerte de tanta gente había sido tan súbita que empezaron a circular rumores de que se trataba de un arma biológica mortífera.
Armas biológicas
Si alguien estaba haciendo pruebas secretas de armas biológicas, Estados Unidos quería saberlo, así que unos meses después envió al científico Haraldur Sigurdsson a investigar los extraños eventos ocurridos en Monoun.
La guerra biológica fue descartada rápidamente: parecía más bien que las víctimas habían sido sofocadas… pero ¿con qué? Sigurdsson decidió hablar con testigos para reconstruir lo sucedido y descubrió que hubo quienes vieron al asesino.
“Vimos una nube, una nube blanca y espesa a unos pocos metros de nosotros. Pero desapareció en un instante”, recordó Motapon Oumarou.
Esa fue la primera pista, pero había otra: las 37 personas habían muerto en una carretera que pasaba por el Lago Monoun.
Sigurdsson fue al lago, se montó en una barquita y tomó muestras de agua del lugar más profundo.
“El agua estaba llena de gas. Subían burbujas enormes. Inmediatamente me di cuenta de que las aguas profundas estaban saturadas de gas”.
Era un gas que no se podía ver, que no olía ni sabía a nada. Un gas que en altas concentraciones, sofoca.
“Entendí que el dióxido de carbono -CO2- había sido el agente asfixiante”.
Pero quedaban otras incógnitas y antes de que pudiera aclararlas, la nube asesina volvió a atacar.
Huevos podridos en Monoum y Nyos
Las 1.800 personas que murieron mientras dormían en el noreste de Camerún también vivían cerca de un lago, el Nyos.
En este caso, la cantidad de fatalidades y la extensión del daño era tan vasta que el hecho salió a la luz pública y conmocionó al mundo.
Más científicos llegaron a tratar de resolver el misterio, y encontraron que los sobrevivientes también recordaban una nube blanca.
Sin embargo, hubo otras pistas que inicialmente causaron confusión.
En los dos sitios, los sobrevivientes hablaban de un olor a huevos podridos y pólvora. Y en Nyos, decían haber escuchado una explosión.
Todo apuntaba a que el culpable no era el CO2 sino dióxido de azufre -SO2-, y como tanto Monoun como Nyos son lagos de cráter, parecía una conclusión lógica.
Se trataba, al parecer, de una explosión volcánica ocurrida debajo de los lagos.
Pero lo que por un momento pareció tornarse en una investigación ordinaria, los llevó a un descubrimiento extraordinario sobre cómo los lagos matan.
Inodoro pero maloliente
En las aguas del Lago Nyos, no se encontraron cantidades suficientes de sulfuro ni se registró el alza en la temperatura del agua que avalaran la teoría de una erupción subterránea.
La otra posible explicación era la que había encontrado Sigurdsson en su exploración de la tragedia anterior en el Lago Monoun pero ¿cómo podía ser que el inodoro, incoloro CO2 en vez del maloliente sulfuro fuera el causante de tantas muertes?
“Eso era algo difícil de entender, hasta que nos topamos con unos escritos sobre un estudio con pilotos de guerra en el que se habían utilizado altas concentraciones de CO2 y resulta que actúa como un alucinógeno sensorial”, le explicó a la BBC George Kling, de la Universidad de Michigan, quien formaba parte del equipo de investigación.
“Una de las alucinaciones que más reportaron esos pilotos fue el olor a huevos podridos y pólvora”.
Entre tanto Sigurdsson había analizado sus muestras y comprobado que el dióxido de carbono del lago provenía de las profundidades de la Tierra.
“El gas llega al lago pero no forma burbujas pues el peso del agua es tal que lo disuelve, por eso no lo vemos. Pero si se libera la presión de repente, el gas brota de manera explosiva”.
Los científicos dicen que lo que ocurre es parecido a cuando se agita una botella de champaña y luego se afloja el corcho.
Manantiales mágicos
Los científicos en Nyos comprobaron que la teoría de Sigurdsson -que se conoce como El fenómeno del lago explosivo o Erupción límnica- era correcta, y se preguntaron cómo llegaba tanto CO2 al lago.
Sistema para sacar el gas del Lago Nyos
Con un sistema de tuberías se alivia la presión del gas en el Lago Nyos.
Los locales les habían contado unas extrañas historias sobre manantiales mágicos que mataban ranas y aves. Apenas cualquier animal pequeño se acercaba, caían muertos, como la gente de Nyos.
Cuando fueron a ver las misteriosas fuentes, encontraron que el agua estaba llena de burbujas y que eran de dióxido de carbono en unas cantidades alarmantes.
Concluyeron entonces que estos manantiales inyectaban el gas en el agua y que a medida que la concentración crecía, el lago se convertía en una enorme bomba química de tiempo. Sólo requería de un detonador.
Hay varias teorías sobre cuál fue el disparador en el caso del Lago Nyos. Una es que la tragedia fue desencadenada por un derrumbe en la pared del cráter que alberga al lago.
Nyos continúa siendo una amenaza potencial para quienes viven en el área, pero ahora cuenta con un sistema de tuberías que ayuda a aliviar la presión haciendo que el gas se disperse.
El desastre de Nyos llevó a que se examinaran todos los lagos profundos de África e Indonesia y se determinó que todos eran seguros excepto uno: el Lago Kivu, en Ruanda.
Es uno de los más grandes y profundos del continente y dos millones de personas viven en sus costas.
Lo único que podría disparar una liberación del mortífero gas sería un incidente geológico masivo.
El problema es que el Lago Kivu está en una zona de terremotos y rodeado de volcanes activos, incluido el Monte Nyiragongo.

INFORMACION DE: http://www.semana.com/

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