¿AZAR O DESTINO?

He aquí uno de los casos más celebres acerca de la cuestión sobre la existencia de un destino escrito para cada persona. Un viejo debate de opiniones contrapuestas. ¿Sucesos que tienen lugar por una jugada del azar o se trata de un camino de nuestra vida ya trazado?

Esta historia sucede en 1829. La goleta Mermaid (Merméd) es sorprendida por una fuerte tempestad en las costas australianas. La nave choca contra unos arrecifes. Tripulación y pasajeros se ven obligados a saltar al agua.  Todos llegan sanos y salvos a una pequeña playa.

Al cabo de tres días, un velero, el Swiftsure, divisa a los náufragos y los rescata a todos. Cinco días después, cuando todo parece estar bajo control, una corriente, desconocida para los marinos, arrastra al velero hasta la costa. No hay víctimas pero la nave queda destrozada.

Apenas unas horas más tarde, la goleta Gouverneur Ready recoge las señales de deriva y procede al auxilio de los posibles supervivientes. Logra recoger a todo el mundo y emprende la marcha a lugar seguro. Apenas seis horas después, se produce un incendio a bordo. Ante la imposibilidad de su extinción, el personal de la goleta se ve obligado a ordenar el abandono de la embarcación por parte de todos. La situación es desesperante. Apelotonados en los frágiles botes y fuera de las rutas de navegación, no consiguen distinguir la costa. Cuando ya lo dan todo por perdido, aparece el Comet, una embarcación gubernamental que obligada por el mal tiempo se desvía de su ruta topándose con los náufragos.

Una vez se realiza el rescate todos cuentan la historia de los tres naufragios consecutivos. Los marinos supersticiosos se preguntan quién sería aquél que la mar reclamaba con tanta insistencia y sobre todo cómo conseguiría llevarse su alma.

Al cuarto día de esto, la tempestad se torna más violenta. El gran mástil el Comet cae y se declara una gran vía de agua. El barco comienza a hundirse... Los insolidarios tripulantes del Comet se embarcan en el único bote disponible, a los rescatados de los tres anteriores naufragios tan sólo les dejan unas maderas a las que agarrarse.

Una noche y un día, bote y tablas viajan a la deriva en un mar infestado de tiburones. Al fin, todos sin excepción, son rescatados por otro barco, el Júpiter.

Dos días después, el Júpiter choca con un arrecife pero afortunadamente a la vista del paquebote City of Leeds procedente de Londres y con destino a Australia...

¡Cerca de cien náufragos son izados a bordo! Todos se encuentran bien y el médico del barco no tiene que ocuparse de ninguno de los rescatados. Sin embargo, si le preocupa alguien. Se trata de una pasajera, una anciana muy enferma que viaja a Australia en el paquebote con la esperanza de encontrar a su hijo desaparecido hace diez años. El médico tiene pocas esperanzas de salvarla.

Una noche como tantas, en medio de sus delirios, la anciana, llama constantemente a su hijo. El doctor, con la esperanza de hacer más dulce la angustia de su agonía, busca entre los pasajeros a un hombre joven que tuviera más o menos la apariencia y la edad que tantas veces había descrito la anciana durante la travesía. Se dirigió a uno de los náufragos del Mermaid que aceptó de buen grado representar el papel de hijo para ilusionar a la moribunda.

El médico entonces le advirtió sobre los datos que el joven tenía que tener en cuenta y aquello que tendría que fingir. Le dijo que la señora se llamaba Sarah Richley, que era de Yorkshire y cuando iba a avanzar más aún en los datos quedó mudo ante la reacción del náufrago que emocionado le confesó: “yo soy Peter Richley y esa anciana tiene que ser mi madre”.

Efectivamente, sin imaginárselo, el médico, había encontrado el verdadero remedio para la salud de la anciana que desde luego mejoró de su enfermedad. Tuvieron que sucederse cinco naufragios y una elección prodigiosa para reunir a una madre y su hijo tras diez años separados.

“Inch Allah" ("estaba escrito”) ¿Será así de verdad o todo es pura casualidad?