miércoles, 30 de octubre de 2013

EXTRAÑOS RITOS DE MUERTE


Algunos grupos humanos tienen formas muy peculiares de lidiar con la muerte y lo que sucede con el cuerpo después de que alguien fallece. Existen numerosos rituales, en su mayoría a relacionados con la religión, que son considerados tabú por algunas personas, pero que guardan un importante significado para quienes los practican. Por ejemplo, vivir con el difunto por algunos meses, bailar con él y hasta consumir el cadáver o partes de él.

Los practicantes del Aghori, una rama del hinduismo, consumen carne cruda de los cuerpos que encuentran flotando en el Ganges, pues creen que les da poderes fí­sicos y mentales superiores. Además, obtienen su ropa de los cadáveres y beben usando los cráneos como vaso.
La tribu Yanomamö, que habita en el Amazonas, atribuye la muerte a las acciones de chamanes y demonios, por lo que creman los cuerpos inmediatamente. Después de un año, los familiares consumen la ceniza en una sopa, para ayudar al alma a llegar al paraí­so.
El entierro celestial es una costumbre tibetana en la que el cuerpo del difunto es cortado en pedazos y depositado en lo alto de una montaña para ser devorado por aves de rapiña. Esta práctica fue prohibida durante un tiempo, pero ha vuelto a continúa llevándose a cabo desde los años 80. Los entierros zoroástricos siguen una idea similar: el cuerpo se deja a los buitres en lo alto de una "Torre del Silencio" tras ser bañado en orina de toro y visitado por sus familiares y un perro sagrado. El cadáver no debe tocarse ya que se cree que contamina lo que toca.
Las cuevas de piedra caliza en Sagada, Filipinas, son el lugar de descanso de los difuntos. Varios de ellos son colocados en ataúdes que son colgados en las pendientes. Esta práctica también se realiza en algunos lugares de China e Indonesia. Satí­ es una tradición funeraria hindú en la que la viuda se lanza al fuego mientras el cadáver de su esposo es cremado, esto puede hacerlo de forma voluntaria u obligada por la comunidad. La práctica ha sido prohibida en varias ocasiones, pero se cree que sigue realizándose en algunos sitios.
Los funerales de la etnia Toraja de Indonesia son complejos y caros. Durante los meses en que se preparan, el cuerpo del difunto se preserva en la casa familiar hasta el dí­a del entierro, en que se sacrifican varios búfalos y el cadáver "se levanta y camina" hasta su tumba.
Algunas tribus aborí­genes australianas, colocan los cadáveres en plataformas cubiertas por ramas y extraen los líquidos producidos durante la descomposición para untar a los jóvenes con ellos y transmitirles, así, las virtudes del difunto. Los huesos se pintan y son portados por la familia.
Las mujeres y niños del pueblo Dani de Papua Nueva Guinea cortan sus propios dedos cuando alguno de sus familiares fallece, como muestra de gratitud y para expresar su pena a través del dolor. La práctica está prohibida, pero aún viven personas que lo llevaron a cabo cuando eran niños.



En Madagascar, la desintegración del cuerpo es vista como un requisito para que el espí­ritu pase al otro mundo, y es motivo de celebración, así, cada siete años la familia desentierra el cadáver, lo envuelve en telas y baila con él. Este ritual se denomina el Famadihana.

En la Pení­nsula de Yucatán, algunos grupos de origen maya practican algo parecido: tres años y medio después del fallecimiento, los huesos son sacados de la tumba, lavados, cubiertos con servilletas bellamente bordadas y colocados en un osario cada año antes de Dí­a de los Muertos.
 
Información: SUN MÉXICO, DF.


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