En noviembre del año pasado, Ketchum, exveterinaria de Texas, anunció que las pruebas confirmaban la existencia del legendario Bigfoot real, fruto de un cruce con humanos hace 15.000 años. Ketchum afirmaba que el “norteamericano Sasquatch es un híbrido resultado del apareamiento entre machos de una especie de homínidos desconocidos y homo sapiens femeninas”.
La comunidad científica respondió con el escepticismo que rodea a este asunto, máxime cuando su investigación no había aparecido en ninguna revista científica. Todd Disotell, de la Universidad de Nueva York, desestimó la teoría de Ketchum, porque hay muchos más de 15.000 años de diversidad genética entre los humanos.

El trabajo, en efecto, recoge 1.100 muestras de presuntos Bigfoot: cabello y otros restos. En la recolección participaron decenas de personas en 34 lugares de América del Norte. Las muestras del pelo se compararon con otros animales comunes y no coincidieron. Las conclusiones de Ketchum fueron que estábamos ante dos ADN, uno inequívocamente humano y el otro de homínido.

El estudio de Ketchum había sido rechazado por otras revistas científicas. Ahora cierto misterio rodea a "DeNovo Scientific Journal", una publicación desconocida y sin prestigio en círculos científicos.
Origen humano
Pendiente queda además la investigación que un grupo de científicos de la Universidad de Oxford, junto a expertos del Museo de Zoología de Lausana, en Suiza, resolvieron realizar el año pasado sobre supuestos restos orgánicos de este enigmático ser.

La leyenda actual comienza en 1951, a la vuelta de una expedición al Everest que había conseguido fotografiar huellas de un pie enorme sobre la nieve. A partir de ese momento las noticias sobre el Yeti se multiplicaron en la zona. Pero también crecieron las informaciones sobre seres similares avistados en otros lugares del planeta. Pero los análisis más rigurosos llevados a cabo hasta el momento apuntan a un origen totalmente humano de los restos analizados. Información: www.abc.es
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