PRÁCTICAS CANÍBALES EN EL CLAN ZEMUN (levante.EVM.com)
Luka Bojovic, Vladimir Milisavljevic y Sinisa Petric |
El clan mafioso Zemun liderado por Luka Bojovic, detenido el pasado 9 de febrero junto con otros tres miembros de su banda en un restaurante de Valencia, ya suma una nueva acusación formal en su dilatado currículo profesional: el asesinato, en Madrid, de Milan Jurisic, un miembro de su grupo al que no sólo le quitaron presuntamente la vida para ajustarle las cuentas, sino que, además, devoraron la mayor parte de su cuerpo. «Toda la carne», según relata uno de ellos.
EL CLAN MAFIOSO SE HIZO UNA MÁSCARA CON PIEL HUMANA (ABC.COM)
Los mafiosos desollaron a su víctima, la guisaron, se la comieron y arrojaron las sobras al Manzanares. En el ritual se hicieron una máscara con su piel.
Sretko Kalinic, «La Bestia», se lo contó a la Policía serbia en 2010: «Los Tigres de Arkan» habían sacado la trituradora de carne humana no solo en su país de origen; también en Madrid, un año antes. A él le apodaban así por su probada afición a darle a la manivela con los trozos de sus víctimas. «La Bestia», que había formado parte del grupo paramilitar y se había reconvertido como el resto de sus compañeros en miembro del clan mafioso «Zemun», explicó que el jefe, Luka Bojovic, y varios de sus hombres habían asesinado a otro integrante de la organización criminal en un piso del barrio madrileño de Ciudad Lineal. Lo habían descuartizado, desollado, triturado, cocinado, se lo habían comido para almorzar, y arrojado las sobras al río Manzanares. En mitad del ritual se hicieron una máscara con la piel de la víctima.
AMPLIA INFORMACION, DE ESTOS DOS MEDIOS, SOBRE EL CASO EN EL INTERIOR.
El clan mafioso Zemun liderado por Luka Bojovic, detenido el pasado 9 de febrero junto con otros tres miembros de su banda en un restaurante de Valencia, ya suma una nueva acusación formal en su dilatado currículo profesional: el asesinato, en Madrid, de Milan Jurisic, un miembro de su grupo al que no sólo le quitaron presuntamente la vida para ajustarle las cuentas, sino que, además, devoraron la mayor parte de su cuerpo. «Toda la carne», según relata uno de ellos.Medio centenar de agentes de la comisaría general de policía científica (CGPC) y de la unidad central de delitos especializados y violentos (UDEV) de la Policía Nacional, participó ayer en el drenado del río Manzanares bajo el puente de la Reina Victoria, al oeste de la ciudad. Fuentes de toda solvencia consultadas por Levante-EMV confirmaron a este diario que los agentes encontraron la mayor parte del esqueleto, eso sí, cortado en un buen número de pedazos posiblemente con la ayuda de una sierra mecánica, a juzgar por la limpieza de los cortes. Los antropólogos forenses de la policía científica extraerán el ADN y confirmarán, en unos días, que se trata de Jurisic, de 35 años.
La inspección ocular, que comenzó a las once de la mañana y se prolongó hasta las siete de la tarde, estaba prevista para un tramo de 180 metros, desde el puente hasta las siguientes esclusas. Sin embargo, los agentes encontraron con relativa rapidez los primeros restos óseos debajo del puente de la Reina Victoria, así que la búsqueda se centró en ese entorno.
Según ha podido saber este diario, la policía ha encontrado la mayor parte del esqueleto, incluido el cráneo aunque fragmentado. De momento, sin embargo, no ha aparecido ni una sola pieza dentaria, por lo que las labores de rastreo y cribado del fondo del cauce proseguirán esta mañana. Al parecer, los asesinos tiraron los huesos dentro de varias bolsas. Al lugar se desplazó, a media tarde, el juez de Instrucción central número 4, Fernando Andreu, que dirige la investigación contra el clan Zemun.
Sretko Kalinic, «la Bestia» |
Durante los veinte meses que duró la investigación, la UDEV central fue acumulando toda la información disponible sobre Luka Bojovic y su banda. El asesinato del primer ministro serbio Zoran Djindjic, en marzo de 2003, a manos de miembros del clan Zemun desató una operación policial sin precedentes en Serbia que acabó con numerosos mafiosos detenidos y con los líderes del grupo, muertos. Desde ese instante, Bojovic se erigió en el nuevo líder del clan Zemun, herencia del sanguinario grupo paramilitar conocido como «Los tigres de Arkan», autor de numerosas masacres en Bosnia y en Croacia durante las guerras de los Balcanes.
Bojovic, según los fiscales y tribunales serbios, aglutinó en torno a él a todos los líderes del clan fugados de la Justicia serbia. Además de los tres detenidos junto a él en Valencia en febrero pasado —Vladimir Milosavljevic, condenado por su participación activa en el asesinato del primer ministro Djindjic; Sinisa Petric, uno de los sicarios del clan, pendiente de cumplir 15 años de cárcel en su país por varios asaltos violentos; y Vladimir Mijanovic, el mejor amigo de Luka y, por ende, su lugarteniente directo—, había otro destacado miembro del grupo que pasó a estar bajo las órdenes de Bojovic: Sretko Kalinic, alias Zver (la bestia, en serbio) o «el carnicero». Kalinic fue la mano ejecutora de varios asesinatos por orden de Luka Bojovic, según confesó él mismo tras su detención en Croacia, en junio de 2010. Y fue su mano derecha hasta que Bojovic intentó matarlo el 12 de marzo de 2009.
La picadora de carne
El resto del grupo exiliado estaba formado por los hermanos Aleksandar y Milos Simovic, Milan Jurisic, Ilija Novovic y Cvetko Simic. Los dos últimos fueron asesinados: Novovic murió quemado dentro de su automóvil, un lujoso Range Rover, cerca de Belgrado el 24 de abril de 2009, y Simic, a quien Luka había utilizado para poner empresas a su nombre en Delaware (EEUU), fue brutalmente asesinado por Kalinic en febrero de 2010. Según su testimonio ante la policía croata cuatro meses más tarde, tras matarlo, lo descuartizó y arrojó los pedazos al lago Jarun, en Zagreb, la capital de Croacia. No explicó por qué razón cometió el crimen ni por qué se mostró tan cruel, pero es el mismo método utilizado con Jurisic (salvo el acto del canibalismo).
Luka Bojovic |
El propio Luka Bojovic pagó al día siguiente la esquela de Simic en la prensa local. La víctima había sido de su entera confianza, hasta el punto de que incluso llegó a financiar las actividades de Bojovic con el dinero que ganaba como miembro de una potente organización de narcotraficantes montenegrinos. Kalinic, considerado como el miembro más cruel del clan por su sadismo, también relató a la policía de Zagreb cuáles eran sus métodos. Así, dijo que a algunos de los 20 hombres cuyos asesinatos se atribuye en primera persona los despedazó y luego los trituró con ayuda de una picadora de carne industrial. Los restos, explicó, o bien los quemaba, o bien los arrojaba a algún río. También confesó que cometió esos veinte crímenes en Serbia, Holanda, Croacia (el de Simic) y España. En este último caso hablaba, evidentemente, de Milan Jurisic a quien corresponden, con toda seguridad, los huesos del Manzanares.
Milan Jurisic fue asesinado a martillazos en un piso
La UDEV central sabía desde hace tiempo, en cuanto dispuso de la declaración de Kalinic ante la policía de Zagreb, que tenían un cadáver en algún lugar del territorio español, pero faltaba determinar dónde. Finalmente, el carnicero accedió a revelar nuevos datos sobre el asesinato de Milan Jurisic tras ser interrogado, a petición del juez Andreu de la Audiencia Nacional, tras la desarticulación del clan Zemun en Valencia. Así se supo que lo mataron a principios de 2009 a martillazos y que luego lo descuartizaron con ayuda de una sierra mecánica. Separaron la carne de los huesos, la picaron y se comieron buena parte de la primera. Cuando consideraron suficiente el festín caníbal con los restos de su enemigo, arrojaron los restos por el inodoro, metieron los huesos en bolsas y, de madrugada, los tiraron al Manzanares desde el puente de la Reina Victoria. De momento, el piso no ha podido aún ser localizado, pero ya sólo es cuestión de tiempo.
INFORMACIÓN: levante-EMV.com
Los mafiosos desollaron a su víctima, la guisaron, se la comieron y arrojaron las sobras al Manzanares. En el ritual se hicieron una máscara con su piel.
Sretko Kalinic, «La Bestia», se lo contó a la Policía serbia en 2010: «Los Tigres de Arkan» habían sacado la trituradora de carne humana no solo en su país de origen; también en Madrid, un año antes. A él le apodaban así por su probada afición a darle a la manivela con los trozos de sus víctimas. «La Bestia», que había formado parte del grupo paramilitar y se había reconvertido como el resto de sus compañeros en miembro del clan mafioso «Zemun», explicó que el jefe, Luka Bojovic, y varios de sus hombres habían asesinado a otro integrante de la organización criminal en un piso del barrio madrileño de Ciudad Lineal. Lo habían descuartizado, desollado, triturado, cocinado, se lo habían comido para almorzar, y arrojado las sobras al río Manzanares. En mitad del ritual se hicieron una máscara con la piel de la víctima.
«¿Con qué cara le decíamos a un juez en ese momento que pensábamos que había restos de un festín caníbal entre el lodo del río, o que nos autorizara una entrada y registro en un piso con inquilinos nuevos en busca de una picadora porque un tipo en la cárcel había contado una película de terror?», relata uno de los investigadores a ABC. «Decidimos aparcarlo mientras buscábamos a Bojovic y a su gente».
Zoran Djindjic |
Y vaya si los buscaron. Durante más de veinte meses el Grupo de Atracos de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Policía se convirtió en la sombra de la escultural Bárbara Bojovic, la mujer del jefe de los «Tigres de Arkan», que había alquilado un piso para ella y sus tres niños en Cala Finestrat (Benidorm), donde ejercía de madre perfecta abonada a la cirugía plástica y el
gimnasio. Serbia había emitido una orden de detención contra su marido, desaparecido desde 2006 y a quien se relacionaba con el asesinato del primer ministro de su país, Zoran Djindjic en 2003. Existía una más que fundada sospecha de que se había refugiado en España bajo una identidad falsa, pero un militar como él no iba a dejarse atrapar fácilmente.
Durante las extenuantes vigilancias a su familia, jamás se le vio. El pasado 8 de febrero, la constancia obtuvo recompensa. Ese día, su lugarteniente Vladimir Mijanovic, que cuidaba de la esposa y los retoños en ausencia forzosa del jefe, viajó con un billete a su nombre de Canarias a Madrid y de ahí a Valencia. Las medidas de seguridad que adoptó no evitaron que lo siguieran hasta la puerta del piso que tenían alquilado en esa ciudad y hasta la misma guarida de Bojovic. Los dos, junto con los fugados Vladimir Milisavljevic (el tipo que apretó el gatillo contra el primer ministro serbio) y Sinisa Petric, huido de prisión, fueron detenidos tras su almuerzo en un restaurante de solera en el centro histórico de Valencia.
Los agentes registraron las dos viviendas alquiladas por la cúpula del «clan Zemum» —dos pisos francos en los que pasar desapercibidos— y encontraron mucho más de lo que jamás habrían imaginado: un arsenal de armas de guerra formado por tres subfusiles de asalto Scorpio, nueve pistolas semiautomáticas, una escopeta, un llavero pistola, silenciadores, cargadores y abundante munición. Luka Bojovic guardaba 557.000 euros en metálico.
Junto a las armas y el dinero, fotografías de la familia Bojovic, que había logrado dar esquinazo a la Policía en todas sus citas; cartas de amor cursis de Luka a su adorada Bárbara y un manuscrito espeluznante: varias páginas en las que se describe con detalle el macabro crimen de Ciudad Lineal que algunos de los «tigres» cometieron en 2009, junto a un plano de la zona del Puente de la Reina sobre el río Manzanares.
La versión coincide con la aportada por «La Bestia» en Serbia —él vivió en ese piso de alquiler y participó en la carnicería—. Mataron a la víctima a martillazos, supuestamente porque se había quedado con dinero de la organización; compraron un hacha para trocear al serbio traidor, pero se les partió; lo intentaron con otra similar y al final recurrieron a una herramienta más efectiva: una picadora de carne. La máquina también se averió porque el mafioso tenía alojada una bala. Parte del cuerpo estuvo varios días en la nevera del piso compartido antes de que la guisaran y se la comieran; otra acabó en el inodoro, que se atascó, según el relato de la carta; los huesos que les quedaron los arrojaron al Manzanares. El plano hallado en Valencia especificaba el lugar exacto del cauce. «A la traductora serbia que leyó las páginas se le salían los ojos de las órbitas», detallan los investigadores.
Detención de Luka Bojovic |
El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu autorizó a la Policía a que dragara esa parte del río. Durante una semana se buscó el mejor modo, y con cedazos y a mano los agentes lograron recuperar en una jornada más de medio centenar de huesos que analiza la Policía Científica. Ayer, concluyó el rastreo sin que se hallaran más restos. El magistrado ya ha ordenado la entrada y registro en el piso de Ciudad Lineal, que tiene nuevos inquilinos completamente ajenos a la casa de los horrores en la que habitan.
La Udev intenta ahora, con la colaboración de sus colegas serbios, determinar quiénes participaron en el crimen, dado que en el documento encontrado se culpan unos a otros. Las sospechas apuntan a que al menos están implicados dos de los «tigres» encarcelados en España, que han sido reconocidos por algunos vecinos. A Luka Bojovic, el jefe, no lo había visto nadie por la casa madrileña. Quienes les trataron, fornidos y de buena planta, pensaban que trabajaban como porteros de discoteca. «Pasaban totalmente desapercibidos en su día a día», explican los agentes. Alguna de las vecinas reconoció, horrorizada, que había salido de copas con los educados caníbales.
Capturado por el amor de una mujer
«Tiene devoción por su familia. Si Bárbara está en Alicante, él tiene que andar cerca». Esa fue la información que dio la Policía serbia a la española cuando sospecharon que Luka Bojovic se había escondido en España. No se equivocaron; estaba muy cerca de su imponente mujer, Bárbara Bojovic y de sus tres niños, integrados en la vida de Benidorm. Luka se reunía con ellos, sobre todo con su mujer cada vez que podían dar esquinazo a los investigadores, tal y como evidenciaron las fotos y las cartas de amor —repletas de corazones pintados— encontradas en el piso franco de Valencia. Ella sigue con su vida; él la espera en prisión.
ABC.COM
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