María Sanromán, de 80 años, y su nieto Andrés, de trece, vivieron una auténtica película de terror en su propia casa de Logrosán, un pueblo de Cáceres entre Guadalupe y Trujillo.
La tarde de aquel domingo se percibieron ya los primeros síntomas de la pesadilla que estaba por llegar. María se encontraba sola en casa cuando la cortinas de su habitación cayeron al suelo. La anciana las puso de nuevo en su lugar. Pero apenas habían transcurrido unos minutos y la escena se volvió a repetir. La mujer empezó a inquietarse ante lo que sólo era el comienzo de algo puesto que a continuación los que comenzaron a descolgarse misteriosamente fuern los cuadros de la estancia. En plena locura entró en casa Andrés que fue instado por su abuela para que fuera a buscar a su tío Ulpiano, de 49 años, que estaría en la taberna con sus amigos. El hijo de María, soltero que vivía con ellos, se mostró, como sus amigos, excéptico ante lo que contaba su sobrino. Aún así, acudió raudo a casa y pudo comprobar con sus propios ojos los extraños acontecimientos.
En pocos dias, los vecinos de Logrosán se hicieron eco de lo que estaba sucediendo en la casa de María. Nadie dudaba sobre el testimonio de aquella familia acerca de los extraños fenómenos que estaban viviendo.Pero no sólo fueron testigos los habitantes de la casa. En pleno día, un albañil que estaba realizando una pequeña obra en la casa se quendó atónito al observar cómo un saco de yeso comenzó misteriosamente a arder. Después de sofocar el fuego y mientras realizaba su faena, el obrero oyó fuertes golpes tras él que provenían de la mesa donde había dejado su paleta. Después de darse media vuelta, el albañil pudo ver asustado la herramienta deslizádose por el tablero hasta el borde. En un arrojo de valentía, el vecino de Logrosán agarró firmemente la paleta y la llevó hasta el centro de la mesa. A los pocos minutos, cuando el operario estaba de nuevo en su faena, la herramienta cayó al suelo. El albañil, que según cuenta "había puesto sus cinco sentidos en asegurarse de colocar la paleta en el centro de la mesa", tras aquel hecho insólito, salió corriendo de la casa dejando atrás todo su material de trabajo. Nunca más volvió para finalizar su tarea.