Aunque parezca que de él puede surgir una cría de ave, se trata de un huevo de unos seis millones de años lleno de arena en su interior. Este fósil es uno de los ocho huevos de ave gigante que se han extraído enteros en los últimos 50 años de los acantilados de Famara, en Lanzarote, y que permanecerá expuesto durante el mes de julio como la pieza del mes en la entrada del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz de Tenerife.
Su cáscara mide 22 centímetros de alto y 15 de ancho, aunque debido a la presión y el peso de los litros de lava que se solidificaron sobre él durante estos años ahora ofrece un aspecto irregular. Apenas tiene unas pocas grietas en su exterior, por lo que casi parece que se haya cogido de cualquier nido de avestruz. Y es que precisamente al huevo fósil se le asocia con la especie de las ratites, unas aves gigantes con alas atrofiadas y por tanto no voladoras, emparentadas con los actuales avestruces y emús, entre otras especies, algunas ya desaparecidas.