Los operarios que trabajaban un buen día del año 1987 en las obras de la parroquia de San Lorenzo de Cádiz no se imaginaban que aquella jornada de trabajo no iba a ser como las demás. No podían intuir que tras derribar muros, picar suelos y acumular cascotes iban a ser testigos de uno de los hallazgos más misteriosos de la historia de la ciudad. Oculto en una grieta bajo la bóveda de la iglesia descubrieron un cuerpo menudo. Cubierto por una especie de esterilla, se trataba del cadáver de una niña, aunque no eran capaces de adivinar la edad que debía tener cuando murió.
"LA VOZ DIGITAL"